domingo, 7 de junio de 2015
sábado, 6 de junio de 2015
domingo, 24 de mayo de 2015
TENER O NO LA RAZON
Esopo decía “Cuando un lobo se empeña en tener razón, pobres corderos“. Lamentablemente, no es una fábula, hay muchas personas que se empeñan en llevar la razón, siempre y en todo lugar, y no importa si para conseguirlo gritan; insultan; dan excusas estúpidas; o se ponen a sí mismos en ridículo. Lo único importante es que su palabra sea la última y que su voz se alce por encima de la voz de los demás. ¿Quién no ha tenido que aguantar al funcionario o al banquero de turno que, sabiendo que tiene la sartén por el mango (el poder) se empeña en tener razón hasta ponerse rojo? ¿O al cuñado; la hermana; o el “amigo”; que ya de antemano te exige saber que eres tú el equivocado, pues si hubieses hecho las cosas como él o ella dice, te habría ido mucho mejor?
Y me pregunto: ¿Hay personas entonces que hemos nacido sin razón? ¿Sin razón de ser; sin razón de sentir; y con la sinrazón de pretender llevar la razón de vez en cuando, si nos dejan? Entonces pienso en las cosas que me perdería si me empeñara en llevar siempre la razón a cuestas (con lo que debe pesar un solo kilo de razón). Cosas como la capacidad de improvisación, pues no puede improvisar quien ya sabe de antemano que todo es exactamente como él dice. O la intuición, ¿para qué va a ser intuitivo quien tiene razón siempre, si igualmente va a seguir teniendo razón, elija el camino que elija? O la libertad de aprender de mis errores y de aprender de los demás, de los que lo hacen mejor que yo.
En psicología llaman al hecho de “querer tener siempre la razón”, error cognitivo (perteneciente o relativo al conocimiento) que se da en quienes creen estar en posesión de la verdad y que suelen ponerse a la defensiva para probar que su punto de vista es el único correcto y su actitud la más adecuada. Son personas incapaces de cambiar de opinión (no rectifican ni aunque hacerlo sea de sabios) pues no escuchan ni tienen en cuenta otros puntos de vista, salvo el suyo, que además suele ser erróneo debido a su terrible obcecación. Y esta rígida actitud sin sentido… ¿les sirve de algo? A ellos, no sé. A los demás, de pasar un mal rato por su culpa, pero también de aprender a no ser como ellos; a que nuestra mente no se cierre en banda ante todo lo que suene a diferente; a vivir en tolerancia; a desarrollarnos como personas; a ser más sabios; a evolucionar…
“Si siempre quieres tener razón, nunca tendrás la verdad“,
PERSONAS QUE CREEN TENER SIEMPRE LA RAZÓN |
Todos conocemos a alguna persona que
siempre pretende llevar la razón y que no acepta otro punto de vista sobre
cualquier cuestión que no sea el suyo propio. Esta característica de su
personalidad hace que la convivencia y la relación con estas personas sean
muy complicadas.
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1. Características
de estas personas
Este
defecto no se presenta por regla general como una característica aislada en
el sujeto, sino que es una manifestación de un tipo de personalidad
determinada. El hecho de no aceptar otro punto de vista nos está
reflejando la poca confianza que estas personas tienen en los demás.
No escuchan las opiniones y argumentos de los otros porque no valoran lo que
éstos puedan decir, lo que les hace tener poca empatía con otras personas.
Estas personas están
obsesionadas con tener el control de las situaciones. Todo lo que sea salirse de sus
normas y su rutina les incomoda, por lo tanto no están a gusto con las
situaciones novedosas y con los cambios. Esto les convierte en personas poco
flexibles y, en muchas ocasiones, realmente maniáticas,
ya que desarrollan una serie de rutinas en su vida que acaban convirtiéndose
en imprescindibles. Esta actitud soberbia enmascara muchas veces una
personalidad insegura, que necesita constantemente el reconocimiento de
los demás, y creen que imponiendo sus opiniones pueden conseguir ese
prestigio y reconocimiento que tanto anhelan.
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2. Causas de este comportamiento
Desde que somos
pequeños recibimos una
serie de enseñanzas e informaciones de diferentes ámbitos que van
configurando nuestra manera de pensar. Las opiniones de nuestros círculos más
cercanos; la familia y los amigos son las que más nos marcan y más influyen
en nosotros.
Cuando siempre
recibimos opiniones e información en el mismo sentido, nuestras posturas se
van haciendo más inflexibles y nos volvemos radicales defendiendo estas
posturas y no admitimos otros puntos de vista distintos del nuestro. Este
sería el origen del fanatismo político o del integrismo religioso.
La educación suele
ser la clave de estos comportamientos, aquellos niños consentidos a los que no
se les ha puesto límites y que siempre han conseguido lo que han
querido acaban convirtiéndose en personas caprichosas y despóticas que
no admiten que les contradigan y que siempre quieren tener la última
palabra.
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3. Convivir con estas personas
La convivencia con
este tipo de personas no es fácil, ya que no aceptan que se les lleve la
contraria y cuando esto sucede intentarán por todos los medios imponer su
opinión, si no lo consiguen se encolerizarán y si lo logran, intentarán
humillar y restregar su triunfo a su interlocutor.
La complejidad de
estas relaciones se refleja en muchos matrimonios. Cuando uno de
los cónyuges intenta imponer siempre su manera de ver las cosas puede
producir dos reacciones en su pareja; o bien esta acepta la imposición, en
cuyo caso vivirá en cierto modo sojuzgada por su pareja o se revelará contra
esas imposiciones, lo que provocará reacciones airadas de su pareja y se
establecerá un clima de tensión y de constantes discusiones que pueden
provocar una ruptura.
En el ámbito laboral también
se hace muy difícil esa relación, especialmente cuando es el jefe quien
cree tener siempre la razón, lo que puede llevarle a imponer a sus empleados
decisiones absurdas y caprichosas y lograr que estos estén a disgusto y que
no se consiga un buen ambiente de trabajo, que es imprescindible en toda
organización empresarial.
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Ya hemos visto que
esa obsesión por llevar siempre la razón es simplemente un reflejo de un tipo
de personalidad, por eso es muy difícil cambiar este defecto si no intentamos
hacer un cambio más completo en nuestra manera de ser y de comportarnos.
Podemos enumerar
varias premisas para intentar que se produzca este cambio:
- Voluntad
de cambiar: La persona ha de ser consciente de que tiene este defecto y
debe tener la voluntad de corregirlo.
- Ser más
receptivo: Uno de los problemas de este tipo de personas es que no
escuchan a los demás, este es el primer paso para comprender y aceptar otros
puntos de vista.
- Salirse de
las rutinas establecidas: Estas personas son a menudo víctimas de sus
propias rutinas. Salirnos de estas rutinas nos hará ver la vida de una manera
menos limitada y nos hará más fácil disfrutar de ella.
- Abrir la
mente: Conocer nuevos lugares, distintos ambientes y personas diferentes
nos enriquecerá y nos hará más abiertos.
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